Bíaha una vez un groo (tadmi brehom, tadmi tiabes, nobue: más tiabes que groo!) que balabuamde cospo dosgunse tesan de la chenodiame por una nazo de ríastefeca de dai a su darigua, dotanvie ser docinocore por las casfinímag sasceprin del garlu; docuan lo malla (en dadlirea se ceha marlla) nau dareine (por un tovenin nodermo muy dosau por sasceprin rasdovivi y ñascata, temenralnege con natean lama y ríateba dagacardes que cebrepoem a los breshom en dade rilvi) rapa letarviin un féca en su tasica al troo dola del quebos.
"Mejor una noche de insomnio acompañado que un sueño húmedo solo" se dijo a sí mismo, subiendo a una carroza cuyo paje distraído olvidó recoger a la Cenicienta de un cuento en el mundo paralelo. Y por lo tanto no podría transformarse aún en calabaza.
Después de perderse en el bosque que apestaba a salvajina (parecía oler a zoológico) el paje frenó ante la casa de la bruja de "Hänsel y Gretel" (como una hora antes que ella acabe friéndose en su propio horno) para preguntar por el sendero que conducía a la casita de la ninfa noctámbula. La bruja, preocupada en preparar la cena antropófaga (más exactamente: pedófaga) en su casita de chocolate y galletas, dio fácilmente las señas para llegar a la casita de café de la ninfa del bosque. y regaló una barra de chocolate al ogro, porque ya sabía de la debilidad de su vecina la ninfa, pero no de la candidez del ogro .
Finalmente, y antes que el paje se acuerde que su oficio era llevar de vuelta a casa a Cenicienta y no a un ogro gruñón a tomar café a esa hora, encontraron la casita custodiada por dos feroces cancerberos. La calabaza, mejor contado: el paje y su carroza desaparecieron en dirección al castillo donde una empleada perdería un zapatito.
El ogro sintió un poco de temor ante la posibilidad de una noche como sonámbulo en un bosque tan lúgubre y se olvidó totalmente del chocolate en el bolsillo anterior del pantalón, que se derritió rápidamente embadurnando todo miembro que estaba cerca.
Aunque el olor a café era tan denso como la neblina de medianoche, también se percibía el olor de las dos fieras que cuidaban que no entre cualquier ogro extraño a tomar un café sin invitación.
El ogro invitado, temeroso ante tales fieras silenciosas, finalmente entró a la casa guiado por su anfitriona, quien le aseguró que sólo ellos dormían en su cama y ningún perro más lo haría. Una alusión que le recordó que advertencias de ese tipo había leído ya en un reino llamando Internet. Se trataba de un tratado sobre los perros de alcoba, de un tal karl heinrich b.
Como era noche de Sabbath, las brujas estaban dando sus rondas montadas en escobas transformando al paso -al toque de varitas y conjuros- a sapos en hermosísimos príncipes. Como el ogro era ya poco simpático, no podían ellas transformarlo en nada peor, ni por hacerle una broma a la ninfa.
El ogro, sin darse cuenta que estaba embadurnado en chocolate (bueno, sólo cierto miembro flácido) esperaba que no podía ser tratado a esas altas horas de la madrugada como un can común y bípedo. Y que por lo tanto, en caso que el café no haga efecto, podría dormir en el sofá o en el cubil de los perros.
No olvidemos que los ogros se entienden con las bestias. Mucho más que con los humanos, deben ser cosas de la naturaleza bestial de los ogros insomnes.
Pues bien, la ninfa del bosque estaba preocupada por terminar una recensión de un cántico judío sobre un amorío que tuvo lugar como 3027 años antes entre un rey (que era tan sabio como donjuanesco y que gustaba de jovencitas vírgenes) y su mujer adúltera.
Como se sabe desde que las amebas lo cuentan, con el estómago vacío puede ser mortal el aburrimiento.
Para evitar morirse de una buena vez como invitado especial, el aburrido ogro apagó el televisor que mostraba una serie sobre fieras con rabietas, porque nombraron a la fierecilla domada, un relato literario más reciente que no tiene relación con el cuento pero tal vez podría tenerla con la ninfa. Y en estos casos mejor no jugar con fierecillas católicas.
Pero ya desinhibido, se permitió vaciar un refrigerador lleno de unos vasos con algo dulce y gelatinoso, verde y rojo. Vio unas apetitosas manzanas en la mesa, pero como se sabe desde Blancanieves, que generalmente están bañadas de narcóticos como el extracto de belladona, las evitó y prefirió comer una naranja abrillantada. "Generalmente los venenos no son de dulce sabor", se dijo para sus adentros
El café ya estaba frío, pero no había posibilidad de encender fuego para calentar el caldero mágico, pues la leña estaba húmeda por los orines de las bestias, que no cesaban de subir por la escalera a la buhardilla a orinar sobre la chimenea, donde a veces chisporroteaba un par de brasas congeladas.
Tomó el invitado tanto café tibio que al final se durmió profundamente, ante el desencanto de la ninfa, que tenía con él otros planes.
Cuentan los intérpretes cuentistas que el ogro despertó desnudo entre los canes, seguro que había tenido el sueño húmedo más extraño de los últimos 5 años.
La ninfa seguía envuelta en un abrigo de pelo de camello, leyendo un tratado de abortos, con la boca aún embadurnada de chocolate, molesta porque la noche se haya acabado tan pronto y el café con afrodisíaco haya surtido el efecto contrario en la bestia invitada...
Y cafeín a-descafeinada! Esta leyenda está acabada...
*** Estimadísima rubia, si no logras entender cómo leer el cuento cifrado, ven a visitarme para que te explique el comienzo del cuento... Como hace calor, mejor te vienes de minifalda...Te invitaré algo de cuba libre, pues con tanto calor. Ah, te esperaré recién duchado, con la toalla cruzada por la cintura. Y no pienses mal de hombres como yo...Después de todo te gustan los cuentos... Soy primerizo ;-)
[Querida rubia lectora***, si no consigues entender lo cifrado, trata de leer cada palabra de la última sílaba a la primera sílaba: exempli gratiaÉste consideró que la invitación a un café con golosinas podría ser una mejor opción que ver una película porno con media botella de vino entre pecho y espalda. Y a pesar que café en la madrugada podría brindarle una noche más de insomnio, aceptó sin dudar demasiado.
La nereida del bosque
Había una vez un ogro (mitad hombre, mitad bestia, bueno: más bestia que ogro!) Et cetera...]
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"Mejor una noche de insomnio acompañado que un sueño húmedo solo" se dijo a sí mismo, subiendo a una carroza cuyo paje distraído olvidó recoger a la Cenicienta de un cuento en el mundo paralelo. Y por lo tanto no podría transformarse aún en calabaza.
Después de perderse en el bosque que apestaba a salvajina (parecía oler a zoológico) el paje frenó ante la casa de la bruja de "Hänsel y Gretel" (como una hora antes que ella acabe friéndose en su propio horno) para preguntar por el sendero que conducía a la casita de la ninfa noctámbula. La bruja, preocupada en preparar la cena antropófaga (más exactamente: pedófaga) en su casita de chocolate y galletas, dio fácilmente las señas para llegar a la casita de café de la ninfa del bosque. y regaló una barra de chocolate al ogro, porque ya sabía de la debilidad de su vecina la ninfa, pero no de la candidez del ogro .
Finalmente, y antes que el paje se acuerde que su oficio era llevar de vuelta a casa a Cenicienta y no a un ogro gruñón a tomar café a esa hora, encontraron la casita custodiada por dos feroces cancerberos. La calabaza, mejor contado: el paje y su carroza desaparecieron en dirección al castillo donde una empleada perdería un zapatito.
El ogro sintió un poco de temor ante la posibilidad de una noche como sonámbulo en un bosque tan lúgubre y se olvidó totalmente del chocolate en el bolsillo anterior del pantalón, que se derritió rápidamente embadurnando todo miembro que estaba cerca.
Aunque el olor a café era tan denso como la neblina de medianoche, también se percibía el olor de las dos fieras que cuidaban que no entre cualquier ogro extraño a tomar un café sin invitación.
El ogro invitado, temeroso ante tales fieras silenciosas, finalmente entró a la casa guiado por su anfitriona, quien le aseguró que sólo ellos dormían en su cama y ningún perro más lo haría. Una alusión que le recordó que advertencias de ese tipo había leído ya en un reino llamando Internet. Se trataba de un tratado sobre los perros de alcoba, de un tal karl heinrich b.
"Muchos hombres son bestias (en la intimidad), por eso muchas mujeres se (pre)ocupan de engordarlos y muy pocas de envenenarlos como a alimañas."Además había visto en la noosfera un mensaje de texto donde otro ogro o príncipe debía traer chocolate a una ninfa desolada.
Como era noche de Sabbath, las brujas estaban dando sus rondas montadas en escobas transformando al paso -al toque de varitas y conjuros- a sapos en hermosísimos príncipes. Como el ogro era ya poco simpático, no podían ellas transformarlo en nada peor, ni por hacerle una broma a la ninfa.
El ogro, sin darse cuenta que estaba embadurnado en chocolate (bueno, sólo cierto miembro flácido) esperaba que no podía ser tratado a esas altas horas de la madrugada como un can común y bípedo. Y que por lo tanto, en caso que el café no haga efecto, podría dormir en el sofá o en el cubil de los perros.
No olvidemos que los ogros se entienden con las bestias. Mucho más que con los humanos, deben ser cosas de la naturaleza bestial de los ogros insomnes.
Pues bien, la ninfa del bosque estaba preocupada por terminar una recensión de un cántico judío sobre un amorío que tuvo lugar como 3027 años antes entre un rey (que era tan sabio como donjuanesco y que gustaba de jovencitas vírgenes) y su mujer adúltera.
Como se sabe desde que las amebas lo cuentan, con el estómago vacío puede ser mortal el aburrimiento.
Para evitar morirse de una buena vez como invitado especial, el aburrido ogro apagó el televisor que mostraba una serie sobre fieras con rabietas, porque nombraron a la fierecilla domada, un relato literario más reciente que no tiene relación con el cuento pero tal vez podría tenerla con la ninfa. Y en estos casos mejor no jugar con fierecillas católicas.
Pero ya desinhibido, se permitió vaciar un refrigerador lleno de unos vasos con algo dulce y gelatinoso, verde y rojo. Vio unas apetitosas manzanas en la mesa, pero como se sabe desde Blancanieves, que generalmente están bañadas de narcóticos como el extracto de belladona, las evitó y prefirió comer una naranja abrillantada. "Generalmente los venenos no son de dulce sabor", se dijo para sus adentros
El café ya estaba frío, pero no había posibilidad de encender fuego para calentar el caldero mágico, pues la leña estaba húmeda por los orines de las bestias, que no cesaban de subir por la escalera a la buhardilla a orinar sobre la chimenea, donde a veces chisporroteaba un par de brasas congeladas.
Tomó el invitado tanto café tibio que al final se durmió profundamente, ante el desencanto de la ninfa, que tenía con él otros planes.
Cuentan los intérpretes cuentistas que el ogro despertó desnudo entre los canes, seguro que había tenido el sueño húmedo más extraño de los últimos 5 años.
La ninfa seguía envuelta en un abrigo de pelo de camello, leyendo un tratado de abortos, con la boca aún embadurnada de chocolate, molesta porque la noche se haya acabado tan pronto y el café con afrodisíaco haya surtido el efecto contrario en la bestia invitada...
Y cafeín a-descafeinada! Esta leyenda está acabada...
*** Estimadísima rubia, si no logras entender cómo leer el cuento cifrado, ven a visitarme para que te explique el comienzo del cuento... Como hace calor, mejor te vienes de minifalda...Te invitaré algo de cuba libre, pues con tanto calor. Ah, te esperaré recién duchado, con la toalla cruzada por la cintura. Y no pienses mal de hombres como yo...Después de todo te gustan los cuentos... Soy primerizo ;-)
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