Herman Webster Mudgett, “El Dr. H. H. Holmes” (1861–7 de mayo de 1896) fue un asesino en serie americano que capturó, torturó y asesinó a unos doscientos huéspedes en su hotel de Chicago, que llegó a conocerse con los nombres de “The Castle” o “The Murder Castle”. Se trataba de un hombre alto, apuesto, elegantemente vestido, un verdadero seductor que lograba con facilidad la confianza de las mujeres.
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Después de asegurar un cadáver por 12.500 dólares y tener éxito en este fraude se marchó de Michigan y abandonó a su mujer y a su pequeño hijo.
Durante unos seis años se supo poco de Holmes. Al parecer estuvo en diferentes estados. Decidió marcharse al estado de Nueva York, enseñó en la escuela de Clinton County, alojándose en la casa de un granjero a cuya esposa sedujo, dejó embarazada y abandonó dejando, incluso, la cuenta sin pagar. En 1885 se trasladó a Chicago.
Mudgett tuvo incontables conquistas. Enamoró a una preciosa y millonaria joven llamada Myrtle Z. Belknap. La chica, en un principio, ofreció ciertas resistencias pero Mudgett consiguió ganar su confianza y se casó con ella (a pesar de no tener el divorcio de su primera mujer) y tuvieron una hija. A través de unas falsificaciones de escrituras, estafó a su familia política 5.000 dólares, que empleó en construir, en Wilmette, una lujosa residencia.
En 1887 logró, en las afueras de Englewood, una comunidad tranquila del sur de Chicago, la gerencia de una farmacia propiedad de una ingenua viuda, “Mrs. Dr. Holden”, una señora mayor de la que fue su amante y hombre de confianza. La cortesía y el encanto de Holmes atrajeron a muchas damas al establecimiento. La señora Holden estaba muy feliz con la prosperidad de su negocio. Sin embargo, su hombre de confianza, mediante falsificaciones de contabilidad y malversaciones de fondos, se hizo el dueño de todos los bienes de la viuda, a la que hizo “desaparecer”. Él afirmó que le había comprado la farmacia justo antes de que ella decidiera marcharse al oeste.
Mudgett ideó, entonces, construir un hotel que se inaugurase para la Exposición Universal de Chicago de 1893 y, así, aprovechar el gran número de personas que acudirían a la ciudad, entre las que se encontrarían muchas mujeres ricas y solas.
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Después de asegurar un cadáver por 12.500 dólares y tener éxito en este fraude se marchó de Michigan y abandonó a su mujer y a su pequeño hijo.
Durante unos seis años se supo poco de Holmes. Al parecer estuvo en diferentes estados. Decidió marcharse al estado de Nueva York, enseñó en la escuela de Clinton County, alojándose en la casa de un granjero a cuya esposa sedujo, dejó embarazada y abandonó dejando, incluso, la cuenta sin pagar. En 1885 se trasladó a Chicago.
Mudgett tuvo incontables conquistas. Enamoró a una preciosa y millonaria joven llamada Myrtle Z. Belknap. La chica, en un principio, ofreció ciertas resistencias pero Mudgett consiguió ganar su confianza y se casó con ella (a pesar de no tener el divorcio de su primera mujer) y tuvieron una hija. A través de unas falsificaciones de escrituras, estafó a su familia política 5.000 dólares, que empleó en construir, en Wilmette, una lujosa residencia.
En 1887 logró, en las afueras de Englewood, una comunidad tranquila del sur de Chicago, la gerencia de una farmacia propiedad de una ingenua viuda, “Mrs. Dr. Holden”, una señora mayor de la que fue su amante y hombre de confianza. La cortesía y el encanto de Holmes atrajeron a muchas damas al establecimiento. La señora Holden estaba muy feliz con la prosperidad de su negocio. Sin embargo, su hombre de confianza, mediante falsificaciones de contabilidad y malversaciones de fondos, se hizo el dueño de todos los bienes de la viuda, a la que hizo “desaparecer”. Él afirmó que le había comprado la farmacia justo antes de que ella decidiera marcharse al oeste.
Mudgett ideó, entonces, construir un hotel que se inaugurase para la Exposición Universal de Chicago de 1893 y, así, aprovechar el gran número de personas que acudirían a la ciudad, entre las que se encontrarían muchas mujeres ricas y solas.
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