Me agrada el latín vulgar
http://www.thelatinlibrary.com/juvenal/6.shtml
hic Sergius idem
accepta rude coepisset Veiiento uideri.
quid priuata domus, quid fecerit Eppia, curas?
respice riuales diuorum, Claudius audi 115
quae tulerit. dormire uirum cum senserat uxor,
sumere nocturnos meretrix Augusta cucullos 118
ausa Palatino et tegetem praeferre cubili 117
linquebat comite ancilla non amplius una. 119
sed nigrum flauo crinem abscondente galero
intrauit calidum ueteri centone lupanar
et cellam uacuam atque suam; tunc nuda papillis
prostitit auratis titulum mentita Lyciscae
ostenditque tuum, generose Britannice, uentrem.
excepit blanda intrantis atque aera poposcit. 125
[continueque iacens cunctorum absorbuit ictus.]
Y esta es una perla del ginófobo:
Ni encerrando a la mujer bajo llave,
vigilada por celadores, será fiel.
¿Quién vigila a los vigilantes?
Empezará con ellos.
http://etimologias.dechile.net/?mesalina
Diferentes historiadores romanos (Tácito y Suetonio principalmente) refieren que Valeria Mesalina, la tercera esposa del emperador Claudio I, además de cometer numerosos adulterios con nobles, soldados, esclavos y gladiadores romanos, abandonaba por la noche el palacio imperial para exhibirse, vestida con un strophium (especie de "biquini") de lentejuelas, y prostituirse en el barrio de la Subura (lugar de prostitución en Roma) bajo el nombre de guerra de Licisca (= "mujer-perra" o "mujer-loba"): habría llegado a conseguir de su esposo, bajo la acusación falsa de haber intentado seducirla, la condena a muerte de algunos cortesanos que no accedieron a sus requerimientos sexuales.
Retó a un concurso a la prostituta más famosa de Roma, concurso que aparece descrito por el poeta satírico Juvenal en su Sátira VI (Contra las mujeres). La prostituta romana se rindió, exhausta, después de ser poseída por más de doscientos hombres, y, aunque Mesalina le gritaba que regresase para finalizar la apuesta, la mujer se retiró diciendo:
"Esta infeliz tiene las entrañas de hierro".
Mesalina acabaría casándose con Silio, uno de sus amantes, lo cual provocó finalmente su desgracia: enterado del delito de bigamia, el emperador Claudio condenó a su esposa -la cual contaba con tan sólo veintitrés años- a muerte. Incapaz, por cobardía (y porque confiaba en recobrar el favor del débil Claudio) de darse muerte a sí misma, fue finalmente decapitada por un centurión.
Nerón, por cierto, destituido y obligado a morir, es también objeto de una damnatio memoriae que le atribuye hechos falsos. Fue sin duda un mal emperador al final, pero parece que nunca quemó Roma ni otras barbaridades que a su muerte se inventaron para legitimar mejor el golpe de estado contra él.
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