LOBO de CRIN o BOROCHI (Chrysocyon brachyurus)

Cánido de las pampas. Los guaraníes lo llaman aguará guasú ("zorro grande")
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A MIS LECTORAS... y al resto

“Amigos lectores que leerán este libro blog, | despójense de toda pasión | y no se escandalicen al leerlo |
no contiene mal ni corrupción; | es verdad que no encontrarán nada de perfección |
salvo en materia de reír; |
mi corazón no puede elegir otro sujeto | a la vista de la pena que los mina y los consume. |
Vale mejor tratar de reír que derramar lágrimas, | porque la risa es lo propio y noble del alma. Sean felices!
--François Rabelais (circa 1534) [english]

viernes, 1 de agosto de 2008

Cómo matar un cutuchi peludo

El hijo menor de la familia -como todo niño mimado, de apodo "Bebé"- era muy despierto para su edad (casi 9 años) y al pasar al lado de un grupo de muchachos mayores sentados a la sombra de un  tarumá, consumiendo unas cuartillas de alcohol Santa Cecilia (bautizado con azúcar y agua de gotera), oyó qu  comentaban que  un vaquero que arreaba reses del Beni  estaba arrastrándole el ala a la hija del mañazo del barrio.
El chico se preguntó ómo podía arrastrarse lo que no tenemos y no supo como responderse.
En casa pregunta a su madre por sus dudas y ante las esquivas respuestas de ella, que se arreglaba para ir a una fiesta con su nuevo marido, el pichicatero del puelblo, decidió preguntar a la abuela por más detalles. Ésta, le dice que es una forma de decir de lo que se hace cuando novios, lo mismo que tirar los tejos a alguien. Eso tampoco entendía el nieto, que quería conocer detalles y la abuela, para evitar darlos demasiado explícitos, le aconsejó que temprano esa noche, en lugar de irse a dormir, se esconda entre el ropero y un vestidor y observe silencioso lo que hacen su hermana mayor y José, su flamante nuevo novio.
La abuela estaba segura que siendo María una chica muy religiosa y recatada, no podría dar un mal ejemplo de lo que hacen una pareja de tortolitos en casa de la familia.
El nieto vivarracho acepta alegre el consejo y le da las buenas noches a la abuela. y a la hora de irse a dormir en lugar de ir a la cama se oculta tras el ropero de la sala de estar, justo entre el bollo de plumeros de ñandú, para observar cómo se arrastra lo que no tenemos!.
[...]
Al día siguiente, durante el desayuno, cuenta él a su madre y abuela muy emocionado lo que vió durante la visita de José.
Él refiere con una lucidez de mayorcito:
María y José charlaron de todo lo que les pasó durante el día hasta que mamá y mi nuevo papá salieron a la fiesta que fueron invitados.
María le hizo un té de manzanilla a la abuelita, que endulzó con azúcar y unas tabletitas. Mientras la abuelita tomaba el té, quedaron en silencio mirándose a los ojos y sonriendo hasta que abuelita empezó a bostezar y sugirió que era hora de visitas se había terminado. Inmediatamente, José se despidió de María con un besito en la frente y fue acompañado por abuelita hasta la puerta.
Pocos minutos después roncaba abuelita, mientras María se quedó sentada en el sofá haciendo un buen moño con su lindo pelo largo y mirando hacia la ventana.
José vuelve entrando por la ventana, apaga la luz y se sienta al lado de ella, quien le salta al cuello como un gatito lo hace jugando con otro.
Yo no podía ver muy bien porque la luz del farol de la calle apenas iluminaba la habitación.
Pero se abrazaban como los monitos del zoológico. Y se besaban como mamá y papá cuando se echaron juntos en la hamaca, cuando la abuelita fue al cermenterio a dejarle unas flores a abuelito y me despertaron unos ronquidos raros que mamá y mi primer papi hacían.
Sólo que María y José lo hacían con más desesperación.
Creo que María empezó a sentirse muy mal, pues tuvo que recostarse en el sofá y desabotonarse un poco la blusa, mientras José empezó a meterle la mano en la blusa media desabotonada para tocarle el corazón, tal como lo hizo el doctor conmigo cuando enfermé. Pero no era tan bueno como el doctor, pues tenía problemas para encontrarle el corazón y le manoseó mucho rato el pecho y las tetas en vano. Ella jadeaba, cada vez peor, mientras él le levantó la falda y le hurgó con saña entre las piernas.
Ella dijo que estaba ardiendo.. y debe haberle hecho mucho calor, pues se desvistió con una velocidad increíble y se vovió a tumbar sobre el sofé sin siquiera sacarse las zapatilllas.
Él también se contagió del calor de ella, pues apenas ella le ayudó a desabotonarla, se sacó la camisa mientras acezaba como perro sediento. Por eso debe haber tratado de chupar la leche de las tetas de mi hermana, que estaba cada vez peor que antes... Por lo visto no tenía leche y en su desesperación, José empezó a lamerle el estómago y las piernas. Mientras lo hacía, ella lo miraba, gemía, se apretaba y trataba de lamerse sus tetas, seguramente para ver si salía algo de leche.
Como abuelita me dijo que no debía hacer ningún ruido, no me animé a buscar ayuda o agua. Ella volcaba los ojos, mientras José seguía lamiéndole el lugar por donde uno hace pipí. Ella estaba como loca, creo que porque no podía orinar para saciar la sed de José.
Los dos cada vez estaban peor, ella gemía de dolor, pues no consiguió hacer pipí echada de espaldas y José acezaba peor que antes. Sonaban peor que los ronquidos de abuelita, aunque mucho más rápido. Él como sapo del canchón y ella como ranas en la laguna de la casa vieja.
Finalmente entendí porqué estaban tan enfermos y se desvestían con desesperación: María le bajó el cierre del pantalón y estando él acostado le sacó de entre la bragueta un enorme cutuchi medio peludo, medio morado, que se le debe haber metido en el pantalón cuando entraba por la ventana del jardín. Ella se asustó un poco, pues el cutuchi salió con todo su largo y se paró amenazante frente a sus ojos, José tuvo que agarrarlo firmemente para que no se escape y la ataque, y con las dos manos trató varias veces de sacarlo de su pantalón.
Ella tuvo mucho miedo, pues se le abrieron los ojos y la boca... y exclamó varias veces:
Jesús y Magdalena, qué encanto! Bendito bicho! Es el más qrande que he visto!
Lo extraño fue que empezó a babearse (ella, no el cutuchi) y después de observarlo con detenimiento, finalmente decidió ella sola tratar de sacarlo del pantalón, con unos movimientos rítmicos, pero no pudo, por lo que José se sacó el pantalón y ella decidió usar los dientes para tratar de arrancarlo de su sitio, pero no entiendo porqué no llegó nunca a morderlo con fuerza, al contrario...lo agarraba en parte con las manos, lo lamía -seguramente para amansarlo- y le chupaba la cabeza y la base peluda, mucho tiempo trató de tragarlo completamente, pero siempre le daban arcadas. Pero seguía con el bicho en la garganta.
Finalmente se cansó de tratar de tragarlo. Pienso que María tenía la garganta toda mordida, pues se calmó un poco, mientras escupía unos pelos del cutuchi del fondo de la gargamta. Ambos rieron!
José lo agarró todo babeado y desempacó un anillo de goma que le puso sobre la cabeza del cutuchi. Ella lo ayudó y deslizó el anillo con la boca hasta la base peluda, tragándolo otra vez. Lo observó satisfecha, le dio unos besos y babeadas larguísimas a José mientras se soltaba el pelo y saltó sobre él, para machucar al cutuchi sentándose sobre él, algo que no funcionaba porque el bicho asqueroso se metía en la rendija peluda que tiene María entre las piernas. De todos modos parece que a ella no le dolía hasta que empezó a gritar como loca mientras más rápido trataba de machucarlo.
Yo pensaba que la idea de machucarlo entre los dos no iba a funcionar. El cutuchi no era fácil de matar, pues seguía parado entrando y saliendo en la rendija de María mientras José lo empujaba con fuerza desde abajo, a veces cerraba los ojos y decía: Ay, María!... además de seguir tratando de chuparle la leche de sus tetas o lamerle todo lo que alcanzaba con la boca, mientras que con las manos le acariciaba y le apretaba las nalgas y le ayudaba a golpear al cutuchi con más violencia.
Para que no escape por otro agujero, José tapaba el ceucu de María con los dedos. Y para no darle posibiilidad de escape, usó varios dedos juntos!
Por mala suerte no había un machete a mano para salir de mi escondite y picar ese bicho en pedacitos, por lo que tuve que seguir callado mirando cómo seguía ella machacándolo como tacú a la mano de tacú, hasta que ambos gritaron como los cerdos que mataba abuelito. Ella parecía con escalofríos, pues temblaba como las hojas al viento en los platanales.
Se quedaron quietos un rato, en silencio total, totalmente cansados, y pese a todo, aún tenían ganas de besarse.
Tal como un saco vacío, ella, casi desmayada, se desparramó al lado de José y vi que el cutuchi estaba medio muerto o medio duro o casi blandengue y chorreaba por el lado de los pelos un líquido lechoso que María tomó con los dedos y se los lamía con deleite.
Pelearon tan duro para vencer al cutuchi, que repetidas veces casi volcaron el sofá o cayeron de él.
Si ese sofá cojea, no me echen la culpa!
Que nunca ha corcoveado tanto como cuando María y José trataban de matar al bicho!
José se levantó y ahí ví que finalmente el cutuchi estaba muerto pero aún seguía colgando entre sus piernas.
Lo vi perfectamente en la penumbra, el cuero de la cabeza colgaba lleno de líquido lechoso. María lo despellejó, se tomó sedienta todo esa leche del pellejo, tiró el pellejo bajo el otro ropero y agarró al cutuchi muerto y recién despellejado  y siguió lamiéndolo.
No entiendo porqué María gusta lamer con tanto gusto bicho tan asqueroso, esté muerto o no!
Ella siguió tratando de arrancarlo de entre las piernas de José, lamiéndole la cabeza y nuevamente tratando de tragarlo, hasta que repentinamente el bicho resucitó, creció, se inchó  y volvió a tener fuerzas, pues nuevamente levantó la cabeza y el resto del cuerpo.. El engendro era del tamaño de un plátano isleño.
El maldito bicho seguía vivo y coleando (o boqueando)!
Ambos volvieron a ponerse mal y acezando, José hizo poner a María boca abajo sobre el sofá, le levantó las nalgas y trataron febrilmente de aplastarlo entre sus cuerpos, primero lento y con cuidado, pues por lo visto ya sabían del peligro que corrían con el bicho entre las piernas. Esta vez el bicho maldito trataba de escapar de ser aplastado entrando poco al poco en el ceucu de María, que aguantaba todo pacientemente, gimiendo, rogando e insultando a José. Ella,  por tanto esfuerzo a gatas,  arañaba el sofá como la gata
--"Todo, todingo.. Ay.. más despacio...ahhhh... más rápido... síii... me duele...síiii... Duuro, duro...rompeme toda, maldito!" (Y otras cosas que no entendí bien)
José gozaba mucho, creo porque finalmente había encontrado el modo de matar ese cutuchi para siempre.
Para asustarlo más, le daba palmadas a las nalgas de María. Pero a ella no parecía dolerle, al contrario...
Pienso que, como los gatos, estos bichos tienen muchas vidas, se encaraman sobre el aparatito de hacer pipí y deben ser machacados a golpes de cadera...
El cutuchi seguía entre sus piernas amenazando a toda cristiana de ley y para colmo seguía hinchado y penetrando.
Un engendro, ya les digo! No quiero vivir eso cuando me crezcan pendejos!
El cutuchi parecía que se encontraba a gusto entrando y saliendo del ceucu, y no daba señales de querer morirse
Pero de repente María jadeó nuevamente como loca, pues le dieron unos calambres raros y tiró un alarido desesperado y se calló un buen rato.
José siguió dándole duro al bicho contra las nalgas de María, hasta que también empezó a quejarse como sapo golpeado, también sufrió unos calambres feos y luego se calmó, quedando casi quieto apretando todo lo que podía su cuerpo contra las nalgas de María, que estaba volcando  los ojos como un zombie.
Un rato después se separó de ella y ahí quedó finalmente muerto el cutuchi, colgando, un poco café, chorreando baba... pero muerto al fin, cada vez más pequeño.
No sé qué pasó con él, pues en ese momento se apagó la luz del farol de la calle. Todo quedó totalmente oscuro.
Pienso que ese cutuchi está definitivamente muerto y José se lo llevó cuando volvió a salir por la ventana un rato antes que llegue mamá con mi nuevo papi a casa.
Cómo pudieron José y María encontrar su ropa y vestirse tan rápido en la oscuridad?
Una vez que María entró a nuestro dormitorio, salí de mi escondite y me metí silenciosamente en mi cama con la pena que se me encarame un cutuchi entre las piernas como le ocurrió a José, quien es un gran mata-cutuchis.
Esta mañana temprano saqué el pelecho rosado del maldito bicho de debajo del otro ropero, por si no me lo creen!
En ese momento entra María, somnolienta y cansada de la matanza nocturna, justo cuando colgando de un palito "Bebé" mostraba triunfante a su mami y abuela el hallazgo de la noche anterior.
"Aquí está, miren y huelan, no es asqueroso el pellejo del cutuchi que a María le gusta lamer, chupar y tragar...?
Y hasta se le metió en el ceucu y toda rendija de su cuerpo!"
Y ante la consternación de todas, el chico asevera
La próxima vez llevo un machete filoso para acabar de una buena vez con tal sabandija!
Maria, nada de chupar y lamer cutuchis, mejor cortarlos de cuajo!

Más escenas del trío de católicas no fueron descritas, pero por lo visto, cada una de ellas ayudó y ayudará a matar (lamió, chupó, tragó, etc.) miles de veces a cutuchis de todo tamaño y color.
Claro que siempre dijeron, dicen y dirán que nunca vieron un cutuchi de semejante tamaño!

Inspirado por éste cuento alemán y adaptado a las circunstancias de Cambalandia católica con ayuda de una botella de vino tinto semivacía! HIC...!

Chiste aparte:
Ceucu (en la foto, el orificio de la derecha, el cercano al meñique izquierdo)
Más datos sobre el Cutuchi (Siphonops paulensis) casi al final de esta entrada y en este vínculo y sobre todo en éste
De interés cardiológico este vínculo!
Más información sobre los cecílidos y los cecílidos acuáticos (anguilas de goma) de Sudamérica. Una especie es la cecilia de río
La filogenia de los cecílidos
gymnophiona.org
Detalle de cabeza de
Oscaecilia osae

Tête de la
Cécilie de São Tomé / Kopf der São Tomé Buntwühle / Cabeza del cutuchi de S
ão Tomé (Schistometopum thomense)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres un cholo ignorante