Durante estos días estoy leyendo, mejor dicho,
releyendo Psicoanálisis de los cuentos de hadas, de Bruno
Bettelheim, considerado como uno de los psiquiatras y psicólogos infantiles más
influentes del siglo XX. Estoy disfrutando, especialmente, el
capítulo que dedica a las distintas versiones del cuento
de Caperucita Roja. ¿Fue realmente Caperucita Roja una niña encantadora e
inocente? ¿Y si hubiese sido una muchachita perversa, una corruptora de mayores
avant la lettre, que se paseaba para esparcir sus
feromonas por el bosque y seducir a los ingenuos leñadores? ¿Por qué, en la
versión de Perrault, se desnuda y se mete voluntariamente en la
cama donde el lobo, sin necesidad de disfrazarse de abuelita, la está
esperando con los «brazos abiertos»? ¿Hasta tal punto llegaba la ingenuidad
de la niña? Dice un refrán que en todos los bosques de mundo hay un pájaro
que repite: «¡No te fíes! ¡No te fíes!». --Javier Tomeo
Nota exigua:No puedo mas que corroborar las supociones, las Caperucitas son del pueblo y van a depredar lo que queda del bosque ...
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