En 1945, a punto de acabar la II Guerra Mundial, los americanos hicieron un hallazgo que hubiera hecho palidecer de envidia al mismísimo Indiana Jones. Oculto en una mina de sal, en Austria, los aliados dieron con una ingente botín de guerra que los Nazis, en su huida, habían ocultado allí en espera de mejores tiempos que nunca llegaron.
En esa mina encontraron oro, plata, joyas y todo en grandes cantidades. También obras de arte de incalculable valor que habían rapiñado por todos los lugares por donde pasaron.
Todo eso son sacos de oro.
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