Dhimmi (en árabe ذمّي ) es el nombre con el que se conoció en la historia del mundo islámico a los judíos y cristianos que vivían en Estados islámicos, y cuya presencia era tolerada, tal y como establece la sharia (ley musulmana), a cambio del pago de ciertos impuestos y de la aceptación de una posición social inferior.1 La dhimma
o protección no existe en los modernos Estados islámicos, aunque en
algunos de ellos los miembros de minorías religiosas siguen denunciando
una posición social inferior.
La existencia del concepto de dhimma procede de la particular
relación que tiene el islam con el cristianismo y el judaísmo y que se
expresa ya en el Corán. Al contrario que los judíos y cristianos, que se
ven entre sí y ven a los musulmanes como infieles, el islam considera
que judíos y cristianos son receptores tempranos de la misma palabra de
Dios que recibió Mahoma, pero cree que los judíos y cristianos alteraron
el mensaje original y se apartaron de él. Por esta razón, los considera
extraviados pero no infieles:
En verdad, los creyentes
y los judíos, los cristianos y los sabeos, quienes crean en Dios y en
el Último Día y actúen rectamente, tendrán su recompensa junto a su
Señor. No tendrán que temer y no estarán tristes. [...] Verdaderamente,
entregamos a Moisés la Escritura [Sagrada] y después de él seguimos
enviando profetas. Y dimos a Jesús hijo de María las pruebas claras y le
fortalecimos con el Espíritu Santo. (Corán, 2:62 y 2:87)
Concepto islámico
La dhimmah (en árabe ذمّة, que significa "pacto" u "obligación") es un concepto del Derecho Islámico,
de acuerdo con el cual los judíos y los cristianos (y en ocasiones los
miembros de otras religiones consideradas monoteístas, como los zoroastrianos), llamados genéricamente "pueblo del Libro", viven bajo la «protección» del sultán
o gobernante musulmán, con derechos y deberes «diferenciados».
Típicamente, la "gente de la dhimma" está exenta del servicio militar y
del impuesto religioso, llamado azaque, pero en su lugar debe pagar un impuesto de capitación, denominado yizia (جزية), y un impuesto sobre la tierra (jaray),
además de acatar la autoridad del sultán. Asimismo tiene derecho a
practicar su fe (aunque con severas limitaciones) y a tener sus propios
jueces en cuestiones civiles, tales como matrimonios, divorcios,
sucesiones, etc.
En la práctica, el tratado es inseguro e inestable y condena a una
enorme precariedad a los no musulmanes, ya que basta una decisión
unilateral de la autoridad islámica y el pacto puede suspenderse en
cualquier momento, o imponerse nuevos impuestos de forma arbitraria, o secuestrar a los jefes espirituales de los dhimmis y pedir rescate por ellos, o practicar el devşirme o «impuesto de sangre» (el reclutamiento y conversión forzosa de niños para integrarlos a las tropas), que los sultanes del Imperio otomano practicaron durante tres siglos contra los cristianos de los Balcanes, lo que suponía en principio una franca violación de la dhimmah.
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