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Libro de buen amor, texto original completo, con un glosario incluido al final.
Extractado de
seronoser.free.fr/librodebuenamor
Parodia de las Horas Canónicas
Terminado el repaso de los pecados que trae aparejado el Amor (ahora llamado don Amor), el Arcipreste sigue con su discurso contra él, y hace un repaso paródico comparando los rezos de los clérigos con las artes amorosas. Se trata de un pasaje con abundantes fragmentos en latín de los salmos (Oficios) de cada una de las ocho Horas Canónicas. Las comparaciones humorísticas incluyen numerosos sacrilegios, sustituyendo el objeto de los rezos (Dios y la Virgen) por la mujer a la que se ruega, se dan las gracias, con la que se practica la misa, o se tocan “todos los instrumentos”.
Comienza
diciendo al Amor: “Rezas muy bien las Horas con jóvenes holgazanes”, y luego
hace su particular repaso, en el que el protagonista es un religioso que goza
de las damas al compás de las frases piadosas. No hay ninguna interpretación
segura completa de este pasaje y sus entresijos, del mismo modo que tampoco
la hay del resto del libro, que ha dado lugar a innumerables opiniones y
exégesis, muchas veces contrapuestas.
Maitines
(medianoche)
Te levantas
de la cama en casa de tu amiga y te pones a cantar en voz alta “Domine labia
mea” (“Señor, mi boca [abrirás]”, primeros versos de los salmos cantados en
Maitines); “primo dierum omnium” (“el primer día de todos”) tocas los
intrumentos; “nostras preces ut audiat” (“que oiga nuestras oraciones”) y los
haces despertar.
Laudes (las
3 de la mañana)
Desde que
sientes a la dama a tu lado, tu corazón se alegra, y “cantate” (“cantad”, con
lo que comienzan los Laudes), en los fríos ásperos (de la flacidez); con el
“laudes Aurora lucis” (“saludo al alborear el día”) le das las gracias a ella
(y no a Dios) (por la erección), y le caerás en gracia con “miserere mei”
(“apiádate de mí”).
Prima (las 6
de la mañana)
Cuando sale
el sol, empiezas a rezar la Hora Prima. “Deus in nomine tuo” (“Dios, en tu
nombre [sálvame]”) pides a tu alcahueta (en tu nombre) que lleve a la dama a
por agua y con esa excusa le hable en tu nombre. Y si no es con la excusa del
agua, que sea con la de buscar rosas rojas en las huertas. Si la tonta cree
los consejos de la alcahueta, “quod Eva tristis” (lo que la triste Eva) trae
de “quicunque vult” (“el que sea que quiera”) flores malas. Es decir, que
traiga lo que sea, pero que caiga en tus redes.
Tercia (las
9 de la mañana)
Si con las
flores no se deja engañar, entonces utiliza tu elocuencia y trastórnala con
ella. “Os, lingua, mens” (“boca, lengua, mente [en la confesión]”, rezo de la
Hora Tercia) la invadirán, y el ardor obnubilará su mente, y se alejará
(“longe”) de la virtud. Luego vas a la iglesia para hablarle, no para oír misa:
lo que quieres es la misa de los novios, pero sin el componente religioso.
Cojeas al principio, pero al final de tu misa trotas bien.
Sexta (las
12 del mediodía)
Cuando acaba
la misa, rezas también la Sexta, que la vieja tiene preparada ya a tu amiga:
“In verbum tuum” (“[esperando] en tu palabra”) y “feo sant sant uter” (o
mejor, “factus sum sicum uter”, “estoy como odre al humo”), o sea que
comentas alegre tu particular misa de fiesta. Rezas: “quomodo dilexi”
(“cuánto deseo”) hablar contigo; “suscipe me secumdum” (“susténtame según [tu
palabra]”); “lucerna pedibus meis” (“lámpara a mis pies”) es tu persona. Ella
te contesta: “quam dulcia” (“qué dulces [son tus palabras]”) y vuelves a los
rezos, en este caso a la Nona.
Nona (las
tres de la tarde)
Vas a rezar
la Nona con la bella mujer, y empiezas diciendo “mirabilia” (“maravilla”: así
empieza el rezo de la Hora Nona); ella te contesta: “gressus meos dirige”
(“endereza mis pasos”). “Iustus es, Dómine” (“justo eres, Señor”), tañe a
Nona la campana.
Vísperas
(las 6 de la tarde)
Nunca vi a
sacristán que mejor tocara la campana a Vísperas. La que acude a ellas, por
mucho que no quiera, haces que permanezca gracias a “virgam virtutis tuae”
(“la vara de tu fortaleza”): es decir, la verga. Le dices a ella: “sede a
dextris meis” (“siéntate a mi derecha”); cantas “laetatus sum” (“me alegré”)
si lo hace; “illuc enim ascenderunt” (“pues allá subió [el pueblo del Señor]”)
dices a cualquiera que se queda ahí (para echarlo); la compañía femenina es
como una gran fiesta religiosa.
Completas
(las 9 de la noche)
Nunca vi a
ningún cura que tan bien rece Completas; vengan hermosas o feas, pálidas o
morenas, en cuanto te dicen “conortamos” (mejor, “converte nos”,
conviértenos, que es como empieza el rezo de las Completas), les abres las
puertas y luego ellas te ruegan: “custodi nos” (“guárdanos”). Hasta el “quod
parasti” (“que aparejaste”, otra parte de las Completas) no las quieres dejar;
“ante faciem omnium” (“delante de la gente”) las sabes alejar; “in gloria
plebis tue” (en la gloria de tu pueblo”) las seduces. Y si se quejan, les
dices “salve regina” (“reina, te saludo”), que es el himno a la Virgen María
que se canta al final de Completas.
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