Blog de la autora: Elena Clásica
Algún día sonreirá la primavera
y tu rostro simplemente no será.
Algún día volverá la risa ingenua,
ésa que me he prohibido reflejar.
Serás
recuerdo vano, sátiro santón
desdibujado, que me hiciste
temer locos espasmos
mientras acumulabas
salmos en tu boca,
de labios hinchados
e hipócrita desdicha.
Así te corrompiste,
mi terrible demonio
trasmutado Luzbel,
de ardiente infierno
como quien corta girasoles de luna
y se envuelve con toallas de viento.
Maldito seas hasta el odio más sublime,
por mostrarme la puerta del abismo
por no dejar volar mis primaveras
por no dejar quererte por quererte
por no querer dejar que te quisieran.
¿Qué será de ti , divino arcángel,
si nadie oculta ya su llanto
en angélica alba oblicua?
¿Qué serás, mármol erguido
mientras tu corazón implora
impuras , divinas fantasías,
mentiras y milagros distraídos?
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Maldito seas por deshacer aquel
rostro de fieltro enloquecido,
huyendo del color de lienzo negro.
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Maldito seas por dejarme odiar
las calles de granizo y el mar
desenfocado por los barcos.
Maldito seas por no abrazarme
con el temblor del miedo al que será.
Maldito por no dejarte recortar de luna,
y maldito por no abrazarme bajo el sol.
Maldito por mirarme de reojo,
maldito, poco hombre,
por no mirar de frente hasta vivir.
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Maldito seas por talar tu alma,
prepucio lunático y absurdo.
Desvanecido de débiles abismos,
maldito por mil sueños… desvaídos.
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