Queridos amigos:
debido al estado precario de mi salud y a la terrible depresión sentimental que siento al no poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi vida. En los últimos años, aunque me sentía muy enfermo, he podido terminar mi obra literaria, en la cual he trabajado durante casi treinta años. Les dejo pues como legado todos mis terrores, pero también la esperanza de que pronto Cuba será libre. Me siento satisfecho por haber podido contribuir aunque modestamente al triunfo de esta libertad.
Pongo fin a mi vida voluntariamente porque no puedo seguir trabajando. Ninguna de las personas que me rodean están comprometidas en esta decisión.
Sólo hay un responsable: Fidel Castro.
Los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades que haya podido contraer en el destierro no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país.
Al pueblo cubano tanto en el exilio como en la Isla los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza.
Cuba será libre. Yo ya lo soy.
REINALDO ARENAS, 1990.Los periódicos de la Cuba oficial apenas recogieron una breve reseña del suicido de Arenas, ignorando su muerte como habían hecho con su vida y su obra literaria, apenas comentada en su país. Y es que su testimonio, personal y político, está destinado a seguir siendo incómodo por muchos años, dentro y fuera de la Isla.
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