La ambivalencia de "hijo de puta" como ofensa y como encomiástico data ya de la literatura del Siglo de Oro, basándose en la definición de Gonzalo Correas, quien en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales definía Hi de puta como una expresión que se empleaba "encareciendo o alabando en bien o en mal".11
En efecto, en Don Quijote de la Mancha, Sancho Panza alude a esta dicotomía:
-¡Oh hi de puta, bellaco, y cómo es católico!-¿Véis ahí -dijo el del Bosque en oyendo el hi de puta de Sancho- como habéis alabado este vino llamándole hi de puta?
-Digo -respondió Sancho- que confieso que no es deshonra llamar hijo de puta a nadie, cuando cae debajo del entendimiento de alabarle.
Pero, dígame, señor, por el siglo de lo que más quiere: ¿este vino es de Ciudad Real?13
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